El Ferrocarril Provincial atravesaba las zonas de Avellaneda, Quilmes, Florencio Varela y La Plata. Inicialmente, el partido de Lanús no figuraba en el recorrido de este ramal porque este municipio formaba parte del partido de Avellaneda hasta su independencia y autonomía en el año 1944.
La influencia de Lanús en el Ferrocarril Provincial estaba dada por dos paradas: apeadero Ángel Fernández y 4 de febrero, que después cambió de nombre por 6 de septiembre y por último, su actual denominación Monte Chingolo. Esta fue construida en el predio donado por la familia Zamora a pocos kilómetros de donde se iniciaba el recorrido en Avellaneda. La creación de la estación fue en 1925. El apeadero Fernández llevaba el nombre de la familia propietaria de dichas tierras, hoy forma parte del barrio Villa Higueritas perteneciente a la ciudad de Monte Chingolo.
Un decreto de 1933 autoriza el cambio de nombre de la estación “6 de septiembre” por la de “Monte Chingolo". Este pedido fue elevado por la Dirección General de Correos y Telégrafos dependiente del Ministerio del Interior con el fin de evitar dificultades con la correspondencia en razón de existir otra estación con la misma denominación en la línea a Luján del ramal Oeste.
Mi relación con el ferrocarril es afectiva, no sólo porque supo pasar por los pagos de Monte Chingolo, el barrio de mi infancia y el cual sigo transitando, sino porque fue el medio de transporte que utilizó mi familia para viajar desde la provincia de Chaco para poder instalarse en la zona sur del Gran Buenos Aires.
Esta serie de imágenes propone hacer un recorte, por un lado, de los partidos de Lanús y Avellaneda y, por otro, de la historia del Ferrocarril Provincial - posteriormente llamada Línea General Belgrano - y su ramal Avellaneda-La Plata, el cual fue inaugurado en 1926 haciendo su salida desde La Plata y realizando su arribo a la estación de Avellaneda. Fueron realizadas con el proceso de cianotipia, arte del siglo XIX que le imprime a las fotografías presentadas, un valor histórico particular. Partiendo de un negativo único, esta técnica es un procedimiento fotográfico monocromo por el cual se obtiene un positivo en color azul. Los revelé, realizando luego un virado de estas copias con tanino de quebracho, el cual genera un tono marrón en las imágenes finales.
El ferrocarril no solo era un medio de transporte y una fuente de trabajo, era mucho más que eso: conectaba con los pueblos del interior, conectaba familias, tenía un fuerte sentido de pertenencia, un vínculo laboral, social y cultural.
La paradoja de las decisiones políticas en torno al ferrocarril radica en que, por un lado, estas decisiones permitieron el surgimiento de nuevas ciudades y barrios, pero, por otro, las mismas políticas llevaron a la desaparición de muchos de estos desarrollos. Hoy en día, las vías, testigos materiales de ese pasado, se pueden observar atravesando diversos barrios populares que emergieron en los márgenes de su trazado. Es el caso del barrio La Fé en Monte Chingolo, Lanús y de Villa Tranquila en Dock Sud, Avellaneda. Este último barrio fue construido a lo largo de las vías del tren y en la actualidad, aún opera un servicio de carga que va de Avellaneda a Capital Federal. En otros lugares, las vías han sido completamente desmanteladas para dar paso a espacios al aire libre, como en Avellaneda, donde se construyó el complejo de viviendas conocido como Predio Suipacha. Estas viviendas ocupan el espacio donde antiguamente existían las vías del tren Provincial, cerca de Villa Domínico.
Actualmente, en la antigua estación de Monte Chingolo, rodeada de un parque lineal sobre las calles Caaguazú y Pinto, se encuentra la Biblioteca Popular que abrió sus puertas en el año 2002. Desde hace más de dos décadas su trabajo social es fundamental para fomentar la lectura, la educación y el cuidado de las primeras infancias. En 2017, dentro de la Biblioteca, se inauguró el Museo Histórico de Monte Chingolo que resguarda piezas originales abandonadas y que fueron rescatadas por vecinos del barrio junto con el área de Patrimonio Histórico de la Universidad de Lanús (UNLA).
Sobre la calle Güemes, en la antigua estación de Avellaneda, el actual Museo Ferroviario Bonaerense conserva parte de la historia de este ferrocarril junto a objetos muy valiosos. En la zona de andenes se pueden recorrer algunas formaciones, entre ellas, el vagón presidencial utilizado por Juan Domingo Perón. Además, el predio que pertenecía al ferrocarril, se revalorizó con la creación del parque temático “La Estación”. Los antiguos galpones de cereales hoy son dos naves que nuclean diferentes propuestas culturales para la comunidad.
Es así que la última dictadura cívico-militar de 1976, con la lógica de la razón en su estado más violento, dio el golpe definitivo contra los ferrocarriles, no solo despidiendo personal, sino también reprimiendo a los obreros. El ramal P1 - el único que quedaba hasta ese momento en funcionamiento - fue cerrado definitivamente el 6 de julio de 1977. Desde ese momento, muchas localidades se convirtieron en pueblos fantasmas o quedaron en el olvido a raíz de la clausura de los ramales, perdiendo así no solo una fuente laboral, sino un medio de transporte esencial para el encuentro de la comunidad.
Podría parecer una relación forzada, pero para comprender mejor el estudio de caso es necesario reconocer que Europa, en América, nunca tuvo intenciones de establecer una relación simétrica con las poblaciones originarias. También es preciso saber que el territorio del Chaco fue uno de los últimos lugares en ser invadidos y su vínculo con el ferrocarril es muy cercano, marcado sobre todo por la extracción del quebracho para la construcción de las líneas férreas. Al principio, Europa quiso extraer oro - y lo hizo -, luego la fiebre del algodón y del quebracho marcaron otro hito de la conquista, logrando finalmente establecer un monopolio con los ferrocarriles.
La traza del ferrocarril provincial guarda los vestigios de la historia Argentina. Transitarla nos recuerda las consecuencias de las políticas que han producido el desmantelamiento de la industria nacional, el aumento de la pobreza y el hacinamiento social. También el cierre del mismo, en tiempos actuales donde los servicios de transporte urbano son insuficientes o deficientes, nos hace imaginar una realidad diferente para las personas que a diario se trasladan para trabajar o estudiar hacia diferentes puntos del AMBA. Esta quita de posibilidades para la población, contrasta con las experiencias descriptas anteriormente, donde dichos terrenos han sido recuperados para el esparcimiento y la vivienda de la población como una revancha histórica del devenir de los trenes.
El ferrocarril y su relación con el territorio sólo pueden producir añoranza. Son infinitos los relatos y testimonios de viajes en familia, entre amigxs. Escaparse de la ciudad para ir un rato al campo. Comer, tomar mate, cazar pájaros. Realizar un viaje de ida y vuelta hasta La Plata atravesando paisajes que hasta no hace mucho eran descampados, fue gracias a que el ferrocarril permitió nuevas maneras de habitar el territorio, el barrio y la ciudad.